Castrito: El Señor de los Platillos

En las tribunas nadie lo conoce como Raúl Castro. Nació en Mendoza pero se ganó el corazón de todos los Fortineros por ser el hombre encargado de tocar los Platillos en la vieja “Agrupación Albirroja”. Le ganó la batalla a la muerte y hoy sueña con volver a hacer estronar los platillos en las tribunas donde juegue su querido Alumni. Hoy toca una de Alumni CASTRITO.

Nací en Mendoza, en Godoy Cruz, y me casé con una chica de Villa María, por eso a la edad de 26 años me vine a vivir a la ciudad. Era el año ‘75 y arranqué a laburar de changarín. Desde entonces vivo en Villa María, por lo que me considero un cordobés por adopción.

Yo en ese tiempo era un hincha más, iba todos los domingos a la cancha. No faltaba nunca a ver a Alumni pero no era de la hinchada, de «La Bandita». Era un hincha más, pero dio la casualidad que yo era peronista, y el “Pato” Cortéz también. Por eso siempre nos juntábamos en los actos. En ese momento, yo tocaba el redoblante en los actos y ahí empecé a juntarme con el “Pato” hasta que terminé viviendo en una casa al lado de él. Estábamos todo el día juntos, me decían “Pato 2” a mí…

-¿Cómo decidiste formar parte de «La Bandita»?

-Mi unión definitiva con «La Bandita» fue a partir del año ‘83. De ahí en más siempre a todos lados, como el encargado de tocar los platillos en la hinchada.

Lo que no saben es que mi historia con los platillos comenzó casi de casualidad o mejor dicho por el destino. Una tarde estábamos en el patio del Club porque había baile, y nosotros éramos los encargados de acomodar todo. «La Bandita» trabajaba en cada baile, y el “lechuza” Damiani me dio la orden de tapar unos pozos que había en un costado al fondo de la pista (más o menos donde actualmente hay una cancha de paddle). Empecé a tapar los pozos y vi algo que estaba enterrado. Cuando empecé a escarbar aparecieron dos platillos pintados de rojo y blanco todos sucios. Desde ese momento no me separé más. Alguien me dijo “llevatelos” y bueno, pasé de tocar el redoblante a tocar los platillos en todos los partidos. No sé si fue el destino o quien los dejó ahí. Tampoco sé quien tocaba platillos en el Club antes, pero ahora era el momento que yo los haga estronar en todos las canchas.

Mira si habré tocado que los rompía todos los domingos, el lunes llegaba al trabajo y rápido al taller a soldarlos, jaja.

-¿Cómo te llevabas con el Pato Cortéz y con la hinchada?

-A mí me decían Pato 2, ambos trabajábamos con el “Lalo” Rodríguez que además de ser dirigente de Alumni, era el representante a nivel nacional de Ítalo Luder y nos llevaba a todos los actos para que toquemos. También para De La Sota en Río Cuarto. No solo para políticos sino para gremios, ATE, UOM, todos siempre que sean Peronistas. Por ejemplo, una vez nos llamaron de Angeloz y yo no fui… jaja. El pato se había enojado conmigo, pero yo iba solo si eran Peronistas.

También nos llamaban de los pueblos, porque cuando aparecimos nosotros tocando instrumentos en las tribunas fue como una novedad en Córdoba. Nadie había visto algo así, salvo los equipos grandes de Buenos Aires, y alguna vez, Belgrano o Instituto. El resto nunca lo había visto. Una vez nos llamaron de un equipo de Ucacha, Atenas, que jugaba la final y fuimos a alentarlos. No salía campeón desde hacía 30 años y ganaron esa final. Nos tuvimos que quedar hasta el otro día. No nos dejaban volver. Yo tuve que regalarle mi platillo a uno de la hinchada de ellos que me siguió todo el día pidiéndomelo. Era todo muy novedoso por esos años.

Por supuesto que también había gente brava. Cuando yo era nuevo en la hinchada, me ponían para parar la bronca, jaja… Me tenía que quedar sobre el sector donde ahora se hace un pulmón en la tribuna de cemento y ahí con un manguerón, de los que se usan para tocar el bombo, tenía que controlar y castigar a todos los de Río Cuarto que se cruzaban de tribuna para pelear, jaja. Era gente brava, allá en Río Cuarto hubo tantos quilombos que volaban patadas, cuchillazos, y nos terminaron corriendo a los tiros, con el colectivo casi destruido.

-¿Cómo era la relación de Alumni con otras hinchadas en esa época?

-En esas épocas eran bravas las hinchadas. En Río Segundo… el quilombo que se armó! era de piñas por todos lados. Yo tenía a mis dos hijos chicos, los metí en el colectivo y a volver a pelear, jaja.

En donde se armó bravo fue en Laboulaye. Habíamos ido en un colectivo y le terminamos prendiendo fuego la cancha. Yo llevaba una bocina grande que se la había sacado a un camión. Esa bocina era alimentada por un tubo de gas de esos para cargar soda (imagínate en esa época metíamos eso en la cancha). Resulta que el “Enano” prendió fuego unos papeles y le dio aire con la bocina, no solo se prendieron fuego los papeles sino la red del arco, los tablones, todo. Las dos hinchas rivales del pueblo se unieron y nos sacaron corriendo por toda la ciudad. Yo recibí un escobazo por el lomo de una vieja, pero uno se comió un platazo que le di por la cabeza. La cosa es que el colectivo se fue y nos esperó a 20 cuadras afuera de la cancha. Todos corriendo hacia el colectivo y medio pueblo atrás para hacernos cagar, jaja. Ese día quedaron presos siete de «La Bandita».

Al principio éramos los locos de Alumni, en muchas canchas nos odiaban. En Universitario hasta con una mamadera nos tiraron, jaja. Pero después empezaron a querernos, la gente de Belgrano, los de Bella Vista, Huracán de las Varillas. Recorrí todo el país con Alumni. Es más, siempre llevaba a mi hijo Sebastián desde que tenía 12 años. Se armaba cada quilombo y él lo vivía todo desde adentro, uno no se daba cuenta del peligro. Era una pasión.

-¿Cuándo fue tu último viaje?

-Mi último viaje fue a San Jorge jugando en el Federal B. Después tuve que ir dejando de a poco, encima culpa del accidente que me pasó, al caerme de la tribuna, y estar internado en grave estado, me complicó aún más. Por suerte y gracias a Dios, a mi temple personal y toda la gente que se acercó pude salir de esa. Hoy estoy vivo y quiero seguir ¡A mi querido Alumni! ¡Lo más grande de Villa María!

-¿De quiénes de los que pasaron por el club no te olvidarás jamás?

-Lamento mucho y recuerdo con gran nostalgia al Gordo Calderón, peleábamos siempre de chupados pero era una excelente persona. Se merece también un reconocimiento. Cuando estuve internado, me despertaba y al primero que veía sentado al lado de la cama era a él y a Víctor Arrieta. Después, cuando él se enfermó no quería hacer caso a los médicos y su señora venía hasta mi casa para que yo le hable y lo convenciera, y así fue.

Otra persona que apreciaba demasiado, y que la consideraba mi segundo padre era el querido Daniel Esper. Era una persona excepcional. Tampoco quiero olvidarme del Lalo, Beletti, Galotti, Fonseca… a todos ellos mi mayor respeto y el agradecimiento siempre.

Ahora recibí el ofrecimiento de volver a la cancha de parte de mis amigos de la vieja «Agrupación Albirroja». Voy a volver y tengo ganas de comprarme de nuevo los platillos y empezar a tocar. También tengo un trompetista que quiere ir a tocar. Sueño con volver a colaborar con las polladas, viajar a alentar a Alumni con todos mis amigos de la tribuna, y si Dios me da salud, seguiré siendo un hincha que por más golpes que me den, mi sentimiento no se terminará y por eso les dejo estas palabras de corazón a todos los Fortineros… quiero que sepan que: ¡El día que me muera yo quiero mi cajón pintado rojo y blanco como mi corazón!!!

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2017-02-01T15:14:31-03:0023/01/2017|Protagonistas|